jueves, 27 de octubre de 2011

EL ROJO DIGNO DE MI BANDERA - ARISTIDES UREÑA RAMOS

EL ROJO DIGNO DE MI BANDERA

 PANAMEÑA
de Aristides Ureña Ramos


El clima que se respiraba en la capital del Departamento de Panamá era de tensiones escondidas y ansias sociales preocupantes... los cerrados aguaceros octubrinos azotaban las calurosas tardes sobre los techos de las antiguas casonas de las aristocráticas familias... todo esto alrededor de la plaza de la Catedral... se daba el cuchicheo a lo interno de estas casas, donde murmuraban sobre las estrategias separatistas, reuniones clandestinas y pactos por la eminente ruptura con el gobierno central de Colombia... allá, en las oscuras salas de aristocráticas y patrióticas familias se tejía la trama de la nueva Patria... dejándonos memoria escrita, testificaciones de tal hazaña, porque la historia es de quien la escribe... y el “patriotismo heróico” pertenece a aquellos que en silencios dignos, lejos de la crónica, lejos del legado histórico, contribuyeron con su sacrificio a la creación de las bases sólidas de una gran nación.



 La camisa blanca del negro Porfirio se había transformado a una de rojo penetrante, debido a la gran cantidad de sangre que su cuerpo perdía... pero, él seguía corriendo velozmente, pese a las pocas energías que su débil cuerpo le permitía, atraviesa la plaza central y salta el muro que separa la calle del antiguo patio de la señoril casona, que hacía esquina con la Catedral.



El negro Porfirio provenía del departamento colombiano del Chocó, llegado muy de niño a Panamá, al servicio de una familia plebeya ocupada en la burocracia gubernamental colombiana... desde joven cultivaba el ideal liberal sobre el respeto a la dignidad de las personas, de igualdad, más allá del color de su piel, por eso participaba activamente como mensajero clandestino en las filas del movimiento separatista... desplazamientos que eran realizados a altas horas de la noche.



--“Mi patria es aquí, donde me encuentro en este momento”... era el pensamiento continuo que llevaba esculpido en la memoria el negro Porfirio, porque era la única herencia dejada por su abuelo... por esto él participaba activamente, pues, su batalla aquí en Panamá abría la oportunidad de la creación de una Patria libre, donde la convivencia entre negros, blancos, indígenas y demás razas fuera de igual dignidad, orgullo y patrimonio de una nueva nación; además la realización del gran sueño de los desarraigados de este mundo... una tierra donde sembrar raíces y construir un futuro de bienestar colectivo.



El negro Porfirio fue herido de bala en un enfrentamiento con una ronda nocturna, debido a que no obedeció la orden de “alto”, vigente en la temerosa Panamá.



Fue así que la negra Zaida -su esposa- se empeñó durante toda la madrugada en detener el torrente de sangre que brotaba de las heridas del moribundo.



Pero la situación se agravaba, porque el herido necesitaba atención médica urgente... la familia no contaba con el dinero necesario para pagar un cirujano y el silencio cómplice de este doctor, porque había que mantener discreción absoluta, pues el descubrimiento de tal episodio y el lugar en donde se encontraba clandestinamente el negro Porfirio podría poner en peligro a muchas familias.



Al día siguiente, domingo de fines de octubre de 1903, el sol brillaba esa mañana, haciendo resplandecer las piedras ocres de la Catedral y el piso del quiosquito en el centro del parque, con los azules, los amarillos y negros colores de los mosaicos, lucían las caprichosas decoraciones que imitaban las porcelanas españolas... la pequeña banda, compuesta de criollos negros, se aprestaba a iniciar la retreta y un joven director, el único de tez blanca, procedente de la Madre Patria, lucía su bella casaca militar.



Fue él quien enseñó la música culta a los miembros de este particular quinteto, que para este momento se exhibía siendo el director de la banda militar del batallón Ecuador de Panamá, ellos estaban convencido de que ejecutar una retreta en el parque central servía para calmar los ánimos y enmascarar las actividades revolucionarias, con una falsa quietud capitalina... el joven director era Santos Jorge Amátrian.



La negra Zaida había aprendido a tocar violín gracias a Santos Jorges, siendo ella una importante figura del quinteto y al parecer lo hacía magistralmente, pero en ese momento su preocupación por la peligrosa situación perturbaba su mente... su esposo, el negro Porfirio, estaba muriendo acribillado por balas traicioneras y ella tenía que cumplir compromisos con su banda musical, sin dinero, sin ayuda o solución alguna... encontrándose allí, en el quiosco, para tocar la retreta, ese domingo de octubre, frente a la Catedral.


La negra Zaida se había traído dentro de la custodia del violín la camisa ensangrentada de su esposo, porque tenía que deshacerse de ella lejos de los parajes de su casa... y así, bajo este clima de tensión, iniciaron a tocar los pasillos y valzers criollos, previamente preparados para tal ocasión.


Fue Zaida a pedirle al director tocar una pieza musical, se trataba de un pasillo criollo, compuesto por ella y arreglado por el joven director, que mucho gustaba a su marido... “Pasillo brisas de la REINA chomba del mar” y así fue concedido.




Zaida comenzó a tocar las penosas notas tristes y melancólicas del elegante pasillo en su violín... y los presentes, hipnotizados de tan bella música, se abandonan, sorprendidos del mimar rítmico del violín y de la ondulante figura... y Zaida, extasiada, de imprevisto entra en un trance sensorial... y sueña a ojos abierto, delante de su público... ella se balancea y sube, sube, sube acompañada de cada nota musical... hasta llegar a la presencia de una NEGRA CHOMBONA de cabello cuscú, que le sonreía, con su gran boca, llena de blancos dientes... era tan bella la sensación de tal materna presencia que, con los ojos humedecidos, no lograba distinguir tan bella y luminosa encarnación... y la gran MADRE CHOMBA se le acercó y le susurró en el oído:



--“Sé de tu problema, que tendrá solución... en la custodia de tu violín intercambié la sangrienta camisa de Porfirio y te dejé 10 yardas de lanilla roja, manda tu hijo a venderla y recogerás el dinero para cubrir tus necesidades...”---


Era tan dulce el tono de la voz, que Zaida apretaba con dulzura el violín desde el pecho a su mentón... y dulcemente regresa a la realidad, terminando el pasillo, bajo agotadores suspiros... eso provocó un conmovedor aplauso del público presente, impresionado de tal bella ejecución musical... y así con la retirada del complacido público terminó el conciertito de la retreta de la Plaza de la Catedral.



Zaida llama a su hijo menor y mira dentro de la custodia del violín... y en efecto, allí se encontraba ordenadamente acomodada la lanilla roja... y así dio la orden a su hijo de ir a venderla a las prósperas tiendas de aquellos hebreos y rabiblancos de la capital... y así fue hecho, apenas en posesión del dinero, la negra Zaida corrió en busca de un médico cirujano, al cual tenía que pagar sus oficios y su silencio.



Pero, por justicia divina y voluntad de casualidades históricas... la lanilla roja fue comprada por el Almacén Villa de París, el cual la vendió a la noble señora María Ossa de Amador para la confección del cuartel rojo de la Bandera Nacional.



... mi bandera panameña lleva el rojo digno de la gente humilde, de aquellos que en silencio luchan por realizar un sueño. Mi bandera panameña lleva un rojo de dignidad de trabajadores, intelectuales, estudiantes, comerciantes, de gente común que construye día a día un porvenir de justicia y libertad.



ARISTIDES UREÑA RAMOS
"DESDE MI PANAMA PROFUNDO"



martes, 25 de octubre de 2011

Tío Burro y la Tarima Electoral ARISTIDES UREÑA RAMOS

Tío Burro y la Tarima Electoral
- I° Parte -
de Aristides Ureña Ramos


LA PLACITA San Juan de Dios de Santiago



Se respiraba un aire sereno, bajo la llovizna, en esa madrugada de campaña electoral, la Placita de Santiago bañada de bandera y papeletas con las fotos de los candidatos que se disputaban el triunfo electoral.

En el centro de la placita, al lado de la terraza central, una vieja tarima cubierta de mojadas banderas, mientras un adormecido burro, adornado con empapadas guirnaldas tricolores masticaba lentamente su indigerible comida.

La tarima que habían montado contaba con tubos y maderas recicladas de antiguas tarimas, por eso a un atento mirar, parecía vieja y mal presentada… a su vez, el empapado burro, pese a la llovizna, exponía toda su joven musculatura, pues, había sido atentamente seleccionado para ser presentado a los votantes.



(Florencia, Italia, 3 de Noviembre de un casado dia. El cuento de Tio Burro y La Tarima).

    La Tarima comienza a toser, en el intento de llamar la atención de Tío Burro, el cual viendo la insistencia de la Tarima, con voz ronca y profunda le dice:

---“A ver, ¿qué pasa, qué te sucede?”,--- y la Tarima le responde:

--- “Oiga, es que estoy cansada de todo este trajín... cada uno me viste como quiere, de amarillo y morado, de blanco y verde, de azul y rojo... de todos los colores de este mundo me han vestido... y es que estoy cansada de que me disfracen, de oír las mismas promesas electorales que estos señores hacen cada vez que llega una campaña electoral”.---

El Tío Burro escucha en silencio y sigue masticando, sin responder… pasa algunos minutos y la Tarima, que poseía una voz chillona de niño ñañecho continua:

---“Bueno, y de pueblo en pueblo me montan y me desmonta, y los hijos de los hijos de los mismos políticos, con las mismas promesas, con los mismos discursos electorales, se hacen votar de este ciego pueblo... qué vaina, ¿no?”.---

El Tío Burro no responde y continua en su indiferencia total, la Tarima continua:

- “Pero, Usted no se la pasa mejor que yo... porque la figura de ridículo que Usted hace, montado por sus jóvenes candidatos, no es que sea bonita cosa de mirar”.-

Y el Tío Burro la mira y con voz ronca de locutor de radio, le responde:

- “Mire, es que Usted ya está superado, ya la gente no le da la confianza a la vieja política, mentirosa y atrasada… aunque sí le digo, y le confieso honestamente, que me siento ridículo cuando veo a mi patrón, vestido en camisilla, con sombrero pinta'ó, gente que nunca ha vivido los problemas de la gente humilde y solo para estos momentos se disfrazan de gente común, de eso sí me avergüenzo”.-

Y la Tarima le responde:

- “¿Atrasada yo?.. No, compadre, nosotros seremos atrasados, pero al menos tenemos la dignidad de no jugar con los sentimientos de los humildes”-.

El Tío Burro comienza a tirar una carcajada y ataca:

- “Bueno si Ustedes han controlado por años y años este país y se han enriquecido bajo la protección de los políticos cómplices de vuestras porquerías”. -

La Tarima vista la agresión a cual estaba llamada, dice:

- “Pero, hemos hecho muchas cosas buenas en este país, con dinero proprio y en vez Usted... ¿de dónde viene tanto dinero, de dónde sale tanto dinero?.. Se lo digo yo de dónde… de la droga, del tráfico de esa porquería... y eso es indigno”. -

El Tío Burro se pone bravo y se lanza gritando lo siguiente:

- “Son Ustedes los que están ligados al tráfico y lavado de dineros, a través de vuestros bancos, y eso es la pura verdad... Son Ustedes los que han creado la narcopolítica en este país....”.

La Tarima, viendo que perdía puntos, se pone a reflexionar, y un silencio invade la plaza... y después de una meditada pausa dice con una pícara sonrisa:

-“Bueno, compa, en eso parece que somos igualitos, como mamón boboré”

y la placita se inunda de las carcajadas de los dos adversarios, que en lágrimas de complacido entendimiento, no terminaban de reír.



Y fue así que llegó la mañanita y con ella los carpinteros que desmontaron la tarima, cargándola sobre un camión, y, junto a los tubos y tablas, subieron al pobre burro, listo para irse para otra ciudad… a lo lejos se veía el camión alejarse de la placita y en la solitaria Avenida Central se oía en la lejanía la discusión que continuaba..

Tío Burro que le gritaba a la Tarima:

-“¡¿En qué parte del mundo tú has visto que la industria más floreciente del país sea la Presidencia de la República?!”-

y la Tarima, con voz de niño ñañeco, le respondía:

- “Eso sucede porque burros como tú alcahuetean ciertas situaciones”-.

Y entre gritos y respuesta se alejan de la ciudad. Los carpinteros que se habían quedado con la boca abierta debajo la llovizna, mirando la escena del camioncito que abandonaba la ciudad de Santiago, sobre todo al ver y oír al Tío Burro con la Tarima que discutían... uno de ellos grita a sus compañeros de fatiga:

- “Oigan, estoy soñando o me he vuelto loco, cada vez que llega la campaña electoral en este país suceden cosas raras, solo falta que nos traigan a Trespatines como candidato”.-

ARISTIDES UREÑA RAMOS
-un tres de noviembre lejos de mi pais-

ESTA ES UNA SERIE DE TRES CUENTO, DEL "TIO BURRO Y LA TARIMA ELECTORAL"

sábado, 15 de octubre de 2011

“LAS MANDAS PÍCARAS” ARISTIDES UREÑA RAMOS

MI PADRE JESÚS NAZARENO Y LAS MANDAS

“LAS MANDAS PÍCARAS”

de ARISTIDES UREÑA RAMOS -1984


 (foto cortesia de Foto 2mil)

Era muy temprano y los primeros rayos de luz iluminaban la Catedral de Santiago. Arrodillados frente al altar mayor se encontraban Jacinto y Pablo, dos personajes bien conocidos dentro de la comunidad santiagueña, que gozaban de la fama de haraganes y flojos.
Ellos cada año, para el periodo de las MANDAS a nuestro señor Padre Jesús Nazareno de Atalaya, se ingeniaban para encontrar soluciones que le facilitaran el cumplimiento de tales empeños.

. Fueron tan bochornosas sus empresas que sus hazañas eran conocidas como LAS MANDAS PÍCARAS, como también era fuerte la reprobación por parte de la Curia y de la gente de buena Fè, debido a que criticaban la facilidad, con la cuales estos dos sujetos agradecían los milagros recibidos.

Lo excepcional de todas estas historias, era que estos dos haraganes, recibían cada años, las ayudas pedidas a nuestro señor Padre Jesús Nazareno de Atalaya, como si ellos dos tuvieran una línea directa con el Santo, que no dejaba de concederles siempre el milagro pedido a cambio de promesas de penosas y dolorosas mandas, nunca cumplidas a deber adquirido, irritando a todo el pueblo santiagueño.

Y cada vez que llegaba, el periodo de restitución del milagro recibido- através de las MANDAS- en el pueblo se comenzaban a narrar los cuentos de estos dos haraganes, que con mucha rabia aquí les voy a contar:





“LA MANDA DE LOS POROTOS CHIRICANOS”



Cuentan que Jacinto y Pablo pidieron a nuestro señor Padre Jesús Nazareno de Atalaya que le diera una ayuda para conseguir un trabajo que fuera SEGURO, FIJO Y BIEN RETRIBUIDO, pero que no fuera de mucha fatiga, que se trabajara poco y sin tanto empeño, ni dolor de cabeza.

Y por tres domingos consecutivos Jacinto y Pablo asistieron a las misas de 6:00 y de 9: 00 de la mañana, como también a la de las 7:00 de la noche, en la Iglesia de Atalaya, rezando con mucha devoción y gran concentración mental.

Y como agradecimiento al Divino y por intercepción, supuesta, de nuestro señor Padre Jesús Nazareno de Atalaya, el milagro se cumplió.

Dicen, que los dos haraganes fueron llamados por el Presidente de uno de los partidos políticos que había ganado las elecciones presidenciales, para nombrarlos inmediatamente con los cargos de TÉCNICO AMBIENTAL PARA EL ASEO DE LAS PLAYAS DE SANTIAGO, y el otro como: FUNCIONARIO ENCARGADO DEL CENSO PATRONAL DE LOS CANGUROS VERAGUENSES, con un sueldo de B/ 3.500 balboas y 500 balboas de viáticos cada uno.


Milagro este que puso muy contentos y felices a los dos haraganes, ya que en Santiago no existen playas, ni muchos menos Canguros veragüenses.


Pero si como en las cosas Divinas no hay que poner boca, ya que “leche es leche” y los demás, cuando nacemos “si naciste para martillo, del cielo te caen los clavos” si culpa del Señor, y el poder tener todavía aliento para seguir echando este cuento, es por gracia divina, continuamos bravo en la narración de los acontecimientos.

Los dos flojos -en cambio- como agradecimiento al milagro, habían prometido una DURA MANDA, que consistía, en que irían caminando desde la Catedral de Santiago hasta la Iglesia de Atalaya, colocando dentro de los zapatos, una libra de porotos chiricanos, como sacrificio de agradecimiento por el milagro recibido.

Y fue así que llegó la semana de las celebraciones de las Mandas al Cristo Milagroso de Atalaya.

Los dos flojos se presentaron de mañanita temprana con una libra de porotos chiricanos cada uno y las acomodaron poco a poco dentro de los zapatos, calzándolos con gran dificultad, salieron de la Catedral de Santiago camino a la Florecita.

Habían llegado- con mucha dificultad- a la placita San Juan de Dios, que los haraganes se tiraron por el suelo, llorando y berreando del dolor, desamarrándose los zapatos y deshaciéndose de la tortura que le procuraban los porotos chiricanos.

Y así por cincos días, se repitió la misma escena, con llantos de dolor y gritos de compasión que los dos haraganes, como comedia del Purgatorio, recitaban todas las mañanas en la placita del pueblo.

Y para sorpresa de toda la comunidad, el sexto día -JACINTO Y PABLO- caminaron toda la manda, desde la Catedral de Santiago, hasta la Iglesia de Atalaya, cumpliendo con su misión.


El Obispo, que se encontraba, asistiendo a los peregrinos fuera de la Iglesia de Atalaya, al ver la hazaña cumplida por los dos haraganes, se acerca a ellos, para felicitarles y tratar de comprender como habían hecho para soportar tanto dolor, preguntándoles con mucha curiosidad, insiste afectuosamente en que le contaran, el grande sacrificio sostenido de la férrea Fe en cumplir la Manda…espera respuesta de los dos alegres y sonrientes buenos cristianos.
Respondió Jacinto, que era el más elocuente, diciéndole con una grande sonrisa al Obispo:
--“ Mire Eminencia, en nuestra promesa, nosotros prometimos caminar con una libra de porotos chiricanos dentro de los zapatos. Y, nunca dijimos como iban a estar los porotos, pues los hemos hervido hasta que quedaran bien blanditos y los pusimos dentro de los zapatos y así cumplimos con la manda a nuestro señor Padre Jesús Nazareno de Atalaya”--.
Dicen que el Obispo se desmayo de un sólo golpe y se fue recuperado en el hospital por tres meses y que para que se recuperara emotivamente, lo tuvieron que mandar dos meses a Roma para que regresara otra vez, a seguir con mucha amor a sus queridos parroquianos santiagueños.

ARISTIDES UREÑA RAMOS - Florencia/ Santiago 1984.



LA SERIE  de "LAS MANDAS PICARAS" cuenta con 6 CUENTOS..este es el Primero.