martes, 15 de enero de 2013

"ENCONTRE EL AMOR" DE ARISTIDES UREÑA RAMOS

 ENCONTRE EL AMOR

Por ARISTIDES UREÑA RAMOS

Florencia 16 de enero 2013- De mi abuelita que provenía del golfo de Montijo, se decía que hacia un jarabe que quitaba todos los dolores, y yo a escondidas me robaba algunas cucharadas para quitar mi gran dolor, sin nunca mejorar porque lo mío eran mal de amores, de un mal difícil de curar.

Dicen que la única medicina para esos males es el tiempo, hacer pasar las horas, los días, las semanas, los meses, y llegará una mañana que uno se levantara de la cama y se dará cuenta que todo ha pasado, porque el tiempo sana las heridas del amor. Así dice la gente.

Hoy en mi caminada matutina me sucedió la siguiente aventura, que ha estremecido todo mi cuerpo y que escribo con mucha rapidez antes que me arrepienta de tantas emociones recogidas en pocos minutos.

Por los senderos que todas las mañanas atravieso en mis caminadas, una de ellas me llevan por unas alamedas que conducen a un viejo cuartel militar llamada “Caserma Perotti”. El edificio es una vieja estructura de los tiempos del fascismo italiano, cuando las periferias de Florencia fueron bonificadas y estructuradas con modernos edificios que remarcaban la gloria del imperante Estado Social Nacionalista.

Este cuartel ha servido para acoger los jóvenes italianos en el periodo del servicio militar, que duraba casi tres años, servicio obligatorio para todos los italianos, hasta los años entorno al 1990 que fue eliminado y sustituidos por un servicio civil no obligatorio. El cuartel sigue funcionando pero con pocas unidades militares, perdiendo la funcionalidad que antes ejercía.

Al lado de ese Cuartel militar, existe una antigua estructura que sirve como pequeño Internado para las personas con graves problemas mentales, una especie de manicomio sin la clausura para sus pacientes, debido a que muchos de ellos no constituyen peligro alguno para la comunidad. Alojando en sus bellos cuartos y amplios corredores a estas personas.

Era una mañana muy lluviosa y anieblada…y allá adelante de mi observe que estaba Lidia en las afueras del Cuartel.

Se decía de Lidia, era una joven muchacha bajada del Piamonte Turineses (alta Italia)en busca de su enamorado, que se decía estaba en “La Caserma Perotti” cumpliendo su servicio militar obligatorio y que su familia contraria a esta decisión obstáculo al imposible y en todas las forma la relación amorosa de Lidia con su joven cadete, al mismo tiempo su jovencito enamorado tal vez por temor o por las fuertes presiones de todas estas situaciones complicadas, nunca enfrento o aclareció su posición con Lidia, escondiéndose y evitando algún contacto con ella.
Y se dice que ha escondidas fue trasladado en otra Caserma militar, pero de esto Lidia nunca supo nada.

Fueron tantas los problemas y las absurdas presiones por la cual paso Lidia, que perdió la razón y el equilibrio mental, abandonada por toda su familia y recuperada en el Internado para personas con problemas mentales al lado del Cuartel militar.

Y todas las mañanas, desde que sucedió ese problema, Lidia muy temprano se levanta y se para delante de la CASERMA Perotti en espera de ver su salir su novio, hasta que llega la noche, momento en la cual regresa al Internado Psiquiátrico, repitiendo este gesto todos los santos dìas.

Yo desde hace mucho tiempo que observaba esta muchacha joven, de tez blanca, cabellos caoba con luces rojizas, sus cachetes siempre dorados y grandes ojos grises, es desde el 1980 que notaba esa escondida figura, que me recordaba las mujeres alemanas, debido a que vestía con largas faldas de colores pasteles casi psicodélicos de los años 1960…..pero nunca había tenido la ocasión de hablarle, porque en mi barrio, en la zona que yo vivo, es normal encontrarse con estos sujetos con desequilibrio mentales debido a las dos Internados sanitarios mentales, que se encuentra en esta zona.

Yo camino a paso veloz por mi vereda y veo que Lidia cambia de acera y se pone de la parte donde yo tenía que pasar….me doy cuenta y distraídamente meto la mano en mi bolsillo y recupero cual que sencillo, cual que moneda de darle, preparándome al encuentro.

Noto que Lidia, no es la misma de antes que ha cambiado y llego hacia ella, que se encontraba de frente a mí, los psicofármacos han hecho efectos en el físico de Lidia, su cara resulta hinchada lo mismo que su cuerpo…. sus cabellos de un rojizo metálicos en completo desorden, está muy tras andada y el olor que se siente no es muy agradable. Trato de darle las monedas y ella con un dulce gesto, mirándome a los ojos, aleja mi mano con la oferta voluntaria, y apenas noto que en sus labios dice “GRACIAS” sin oír sonido alguno....yo al mismo tiempo retiro mi mano con las monedas y las guardo en mi bolsillo.

Pero vengo capturado inmediatamente de sus grises ojos, y noto un brillar increíblemente enérgico que estremece mi cuerpo, Lidia mueve su cara suavemente, meciéndose como quien interroga con dulzura, en espera de una palabra…..y yo siento que no debía seguir mirando sus ojos y cobardemente abajo la mirada notando sus manos, que estaña hinchadas del frio, tras curadas en su higiene, con las unas negras.

Quitándome mis guantes de lana, le tomo su mano derecha y le meto el guante, agarro su otra mano izquierda y veo que hay viejas cicatrices en su pulso (¿?), le acaricio la mano y le pongo el guante sobando con dulce movimiento sus dos manos.

Y allí parado inmóvil pecho a pecho a Lidia, me sentía desubicado y diría nervioso, porque ella continuaba a mover su cara, meciendo su cabeza en buscas de mis ojos, movimiento que hacía con muchas lentes, como cuando un niño busca el pecho de su Madre…y todo esto era porque yo trataba de no mirarla en sus ojos, con mucha cobardía y tímido respeto.

Tomé mi bufanda, sin nuca mirarla en sus ojos, y se la coloque en el cuello poniendo mucha atención en recogerles sus desordenados cabellos al interno de la bufanda, y le di dos pasadas para que cubriera bien su garganta del tremendo frio que en esa mañanita hacia.

Lidia continuaba a mecer su cara en buscas de mi mirada….Y fue allí, que la mire en sus ojos.

Sentí un grande calor interno, cuanta ternura puede contener un ser humano prisionero dentro de sí mismo, sus ojos húmedos de pasión como espinas dolientes me a travesaban por dentro, un fogoso ardor quemaba muy dentro de mí, sentí exaltar dentro de mí el más puro devoto afecto por una persona….y la acerque a mi pecho, abrazándola fuerte, fuerte, fuerte, como individuos que hacen parte de un mismo rosarios, de un desordenado destino.

La aparte dulcemente, coloque mis manos dentro de mi abrigo y le dije: “TENGO QUE IRME”, dando la vuelta y caminando rápidamente por la vereda. Y increíblemente oí a Lidia que en un italiano con fuerte acento dialectal y una sonrisa melancólica me decía:

-“Si, Yo siempre espero aquí” con un increíble brillo amoroso en sus ojos.

No sé cómo fue, que me encontré acelerando siempre más y más mi paso, no lograba bajar la saliva y el pecho me batía fuertemente, seguí acelerando más y más, más, más, más porque hoy había encontrado en mi camino el amor.

1 comentario:

  1. Dice el refranero que el tiempo lo borra todo, como tu bien dices, pero tratandose del amor, hay otro que dice ,donde fuego hubo cenizas quedan, y asi muchos más, pero lo verdaderamente importante es reconocer el amor cuando llega, esa joven de grises ojos, anteponiendo el adjetivo al sustantivo para darle aun mas valor al mensaje, es lo que hay que siempre hay que tener en cuenta, ELLA, Yo siempre espero aqui, lo dice todo. Me ha gustado mucho relato, te encontraste el amor en el camino y lo reconociste. un saludo.

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