miércoles, 10 de junio de 2009

El cuento del fiscal del caserío De La Merced

Para mi amigo Alex Castillo, “mecánico” de Radio en el Mercado de Santiago.


Oiga, las gentes son malas lenguas y siempre se meten en pereques con sus bochinches, poniendo en mala luz a las buenas personas, nuestros poblados y caseríos, y eso no sucede en ninguna parte del mundo, solo aquí por los lados de Veraguas, que esa mala costumbre no llega nunca a morir… es por esto que he querido cambiar el nombre del caserío donde en verdad sucedió lo que aquí narraré y de las paisanos, con la esperanza de que no exista un caserío con el nombre “De la Merced”, ¡que Dios nos libre!

Bueno, dicen que para el tiempo de Omar Torrijos, era normal ver al general con tropas televisivas y periodistas extranjeros acompañándolo en sus giras por el interior de la Republica y que el líder máximo, siendo veragüense, le gustaba que hablaran bien de la provincia que lo vio nacer. Fue en uno de estos encuentros que una famosa tropa televisiva extranjera pidió hacer un reportaje en un lugar remoto del país, así que Omar pidió que fuese un caserío de Veraguas, allá donde los asentamientos campesinos estaban bien organizados… fue así que para contentar al general se decidió mandar a “los gringos” al caserío De la Merced, donde seguramente, con mucha dignidad, la Nación panameña sería bien representada.

El caserío De la Merced se llenó de camionetas con antenas, parabólicas y telecámaras por todas partes; el cronista principal había escogido el centro del llano del caserío para iniciar la transmisión que sería “EN VIVO”... en TV directa desde el caserío De la Merced hasta las metrópolis de Nueva York, Londres, París, Madrid y Roma y se decía que hasta en Pekín se iba colgar.

El cronista llama a su lado al fiscal del distrito... que atentamente había seleccionado anteriormente, porque el fiscal tenía una estupenda labia... el hombre era un gran orador, sus paisanos decían de él “que hasta cuando dormía, hablaba solito”... su nombre era Nicanor Rodríguez.

Ya listos para la transmisión satelital, se abre la directa, con una presentación muy descriptiva del caserío De la Merced, pasando después al momento en que llaman al fiscal Rodríguez para entrevistarlo y comienzan las preguntas:

---“A ver Nicanor, queremos que nos cuente alguna anécdota feliz, en donde sus pobladores han compartidos felicidades y alegrías y sus conciudadanos hayan activamente participado”.---

Nicanor se pone a pensar y arranca disparado con su relato:

---“Un momento en donde todos juntos hemos compartido felicidad y alegría… fue cuando se perdió la yegua de compa Tito, y nos fuimos todos juntos a buscarla monte adentro... hasta que, ya de tardecita, la encontramos... y la trajimos aquí al llano. Fue tanta la alegría que teníamos, que nos pusimos todos en fila, detrás de la yegua, con los pantalones abajo y uno a uno con la tuza parada nos cog…”.---

Y allí un GRITO interrumpe, diciendo:

---“¡Para!, ¡para!.. ¡manda la publicidad, manda la publicidad!”.---

Y paró la directa… El cronista, rojo como tomate, comienza a decir:

---"Eso no se puede decir por televisión, eso es una vulgaridad enorme... eso tiene censura... ¿Cómo se permite Usted hablar así… cómo se permite..?”.---

El fiscal Rodríguez, asustado, le responde:

---“Pero si no es culpa mía, si aquí son todos yegueros".---

Y el cronista, más bravo que antes, continúa:

---"¿Cómo es posible que usted no se dé cuenta de lo que dice? ¡Avergüéncese!”.---
Bueno, en el alboroto, comienza un técnico a alzar las manos, haciendo la señal de que estaban por ENTRAR otra vez en directo, el cronista agarra por la manga de la camisa al fiscal Rodríguez y le dice:

---Ponga mucha atención a lo que Usted dice… ¿acaso nos quiere arruinar... quiere arruinar a su Nación?”.---

El fiscal, confundido, se queda allí parado, no sabía qué más decir… Fue así que llega la DIRECTA…y el cronista comienza a hablar y mirando al fiscal le dice:

---“Estamos aquí con nuestro querido Nicanor, conocedor de la idiosincrasia de su pueblo, porque representa la autoridad y el Estado de este distrito, nos dirá un anécdota feliz que ha visto la participación de su gente, jubilosa y trabajadora… A ver Nicanor, una anécdota que ha visto la feliz participación de sus campesinos?”.---

El fiscal Nicanor, cruza los brazos, achurra los ojos y comienza a decir:

---“Un anécdota que ha visto a la población contenta y feliz y la participación conjunta de todos los campesinos del Caserío De la Merced... fue cuando se perdió la puerca de compa Tulio, y nos fuimos todos monte adentro a buscarla, hasta que, en la tardecita, la encontramos... y nos la trajimos para el centro del llano del caserío... y nos pusimos todos en fila con los pantalones abajo, con la tuza parada nos la cog...”.---

Nuevamente, un violento GRITO interrumpe chillando:

---“¡Para eso!, ¡para eso!.. ¡Publicidad, publicidad... pongan la publicidad!".---

EL ajetreo era enorme, los guardias que estaban allí no sabían qué hacer con el fiscal, un sargento dio la orden de llevárselo preso de una vez... ¡Todo esto era una gran confusión!

El cronista, sentado en taburete, no sabia qué hacer para continuar LA DIRECTA televisiva… y de entre la muchedumbre que rodeaba el cronista, un vaso con agua le fue ofrecido y detrás de este noble gesto estaba un sacerdote, que con este intento de solidariedad trataba de levantar la moral del cronista.

El cronista al ver al cura de una vez le vino la idea de poner al cura en el puesto del fiscal, solución ideal que lo sacaba del inmediato problema... Y es así que le pide al cura el favor de dejarse entrevistar y el cura no se hizo de rogar aceptando la propuesta... El cronista también pensó en cambiar la forma de la pregunta, no repitiendo los errores anteriores.

Del fondo del grupo comienzan a gritar...

---"Viene la directa, viene la directa”.---

Ya había terminado la publicidad y se acercaba la transmisión vía satélite en directo, con todo el mundo... y es así que el cronista gringo comienza a hablar:

---“Bueno, pedimos perdón a nuestros televidentes, pero ustedes conocen mejor que yo los problemas que hay que superar cuando la transmisión es en vivo... Es así que hemos decidido entrevistar al sacerdote que ha guiado las almas de este bellísimo caserío... Bueno, eminencia cuéntenos una anécdota triste o trágica que usted haya vivido en participación con sus fieles campesinos”.---

El cura cruza los brazos, achurra los ojos y dice:

---“¿Usted quiere saber una anécdota triste”.---

El cronista gringo responde:

---“Sí, que sea triste y que Usted haya compartido con sus fieles campesinos”.---

El cura se pone a llorar y berriando, como gato en celo, comienza a decir:

--- “El día que yo me perdí monte adentro y los campesinos me encontraron en la tardecita y me trajeron aquí, en medio del llano y era tanta la alegría que tenían todos, que me pusieron en cuatro patas y todos se pusieron en fila, con los pantalones abajo y uno a uno, con la tuza parada, me cog...”.---


Aristides Ureña Ramos

Florencia, 1985.

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